sentir un mismo sol,
sobre una misma piel,
llegando a un espíritu distinto.
Ver, en el reflejo
de otro iris,
un mundo nuevo.
Alcanzar lo que
perfilaba el horizonte.
Cambiar, no sólo de lugar,
cambiar dentro.
Es ser vulnerable
al principio y fuerte
al final.
lunes, 19 de abril de 2010
sábado, 10 de abril de 2010
domingo, 4 de abril de 2010
De Pascua (Soneto al Cristo crucificado)
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor y en tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar por que te quiera
pues aunque cuanto espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.
el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor y en tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar por que te quiera
pues aunque cuanto espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.
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